Cinco cosas que no se ven por la tele

Sólo un vidrio separa el palco de Total del campo de juego. El partido no se ve, se vive, se siente. Las patadas duelen desde ahí. Es el superclásico desde adentro.

1. Es la primera vez que el pasto con raíz, barro y todo vuela por los aires, casi hasta pegar contra el vidrio del palco de Total, ubicado al borde del campo, pegado a los bancos. Vangioni barre, Martínez se retuerce. Los gestos de dolor y una renguera persiguen al Burrito de ahí en más. Mira al banco cada tanto, les dice que esperen con la mano abierta. Hasta que a los 30' deja el campo mordiéndose el labio inferior.

2. Gallardo llega al banco por primera vez, se sienta hasta que arranca y luego se pone de pie para no volver a sentarse más. Se arremanga la camisa blanca y tiene una lapicera en la mano que nunca va a usar. Sus gritos preferidos en el primer tiempo son: Gio, Teo, Leo, para Simeone, Gutiérrez y Pisculichi. Con el árbitro es sarcástico: lo señala con el dedo y le sonríe.

3. Los técnicos gritan y nadie los escucha. Desde el lado opuesto a la pantalla de la televisión, los gritos de las tres tribunas principales de la Bombonera se vienen encima y aturden. Por eso quienes sufren a Arruabarrena y a Gallardo son los que juegan por ese lado. En el primer tiempo, Martínez, Vangioni y por momentos, Teo Gutiérrez. En el segundo, Mercado y Chávez. En un momento, parecen que se pelean de un banco a otro, pero en realidad ambos le gritan al mismo tiempo al cuarto árbitro, una especie de receptor de todas las quejas.

4. En el entretiempo los mismos asientos donde están los jugadores son invadidos por personas que trabajan en el campo de juego y están de pie durante el juego. Se sientan, se recuestan en las cómodas butacas acolchonadas y hasta se fuman un cigarrillo.

5. Chávez pasa a toda velocidad frente al banco de Total, en el arranque del segundo tiempo. Corre erguido, pero en el momento del máximo esfuerzo junta el mentón con el pecho. "Gaby, Gaby", grita el Muñeco, y se lleva el dedo índice a un ojo, cuando el Comandante se le escapa por tercera vez consecutiva a Mercado.